Colombia y el uso de transgénicos

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En marco del polémico y aclamado documental que se estrenó en Estados Unidos en el mes de junio: "Food Evolution", dirigido por Scott Hamilton Kennedy, IAlimentos habló con Marí­a Andrea Uscátegui, directora ejecutiva de Agro-Bio Región Andina sobre el panorama general de los transgénicos en este momento y su uso en la industria colombiana. Esto fue lo que nos dijeron: IA: ¿Qué tan utilizados son los transgénicos en la industria de alimentos? Marí­a: Primero debemos aclarar que son principalmente 4 productos derivados de plantas transgénicas que se comercializan actualmente: la soya, el maí­z, la canola y el algodón. Estos sirven como insumos o como commodities para la industria de alimentos y no solo el fruto de estas plantas, sino sus derivados, como por ejemplo, la lecitina de soya, el jarabe de maí­z, los aceites de soya y canola, etc. Según el Agricultura Biotechnology Council, durante los últimos 20 años, más de 3 billones de alimentos consumidos contienen ingredientes derivados de los cultivos transgénicos. Por lo que podemos concluir que los derivados de los OGM (organismos genéticamente modificados) son ampliamente utilizados en la industria de alimentos y que además organizaciones públicas y cientí­ficos alrededor del mundo han evaluado y respaldado su seguridad tanto para el consumo humano, animal y para el ambiente. IA: ¿Cómo enfrenta Colombia el tema de los transgénicos? Marí­a: El gobierno y sus entes técnicos han permitido el acceso a agricultores al uso de semillas genéticamente modificadas y a consumidores a los derivados de estas bajo un marco regulatorio solido y que con respaldo cientí­fico son evaluados previos a su comercialización. Según las cifras más recientes del ICA, Colombia en 2016 sembró 100.109 hectáreas de maí­z, lo que representó el 22% del total del maí­z sembrado; asimismo, la siembra de algodón genéticamente modificado, alcanzó las 9.814 hectáreas de algodón, que representa el 97% del total del algodón sembrado en el paí­s. Es importante resaltar que para consumo humano, gracias a este tipo de cultivos, entre 2003 y 2015, Colombia ahorró 209 millones de litros de agua lo que representa el consumo de casi cinco mil personas en un año. IA: ¿Existe alguna normativa en Colombia para su implementación? Marí­a: Sí­. Colombia cuenta con una regulación desde 1996 sobre el tema y en la cuál comités técnicos nacionales de bioseguridad y autoridades competentes evalúan y aprueban los organismos genéticamente modificados según el uso que estos tengan. Hay aprobaciones de eventos biotecnológicos en varios productos. Son más de 30 aprobaciones para siembra y 79 para consumo animal por parte del ICA y aproximadamente 110 para consumo humano por parte del Ministerio de Salud. IA: Teniendo en cuenta que la tendencia ahora va hacia lo saludable y orgánico, ¿qué papel juegan los transgénicos? Marí­a: Los transgénicos juegan y jugarán a futuro un papel muy importante en el desarrollo de más y mejores cultivos, más amigables con el medio ambiente -incluso más que los cultivos convencionales- y que nos ayuden a enfrentar el cambio climático. Como consumidores debemos conocer que tanto los cultivos transgénicos como sus productos derivados han sido rigurosamente evaluados y estudiados y la ciencia ha demostrado que son tan seguros y nutritivos como el resto de los alimentos que consumimos y que incluso ya tenemos algunos productos que ofrecen mejores caracterí­sticas, como una soya con omega 3 o un arroz con mayor contenido de vitamina A. La gente suele confundir y pensar que transgénico es opuesto a lo orgánico y no es así­. Lo orgánico tiene que ver con una práctica aplicada al cultivo y los transgénicos tienen que ver con la técnica de mejoramiento de la semilla. Si la regulación lo permitiese, podrí­amos cultivar semillas transgénicas con prácticas orgánicas y serí­a muy efectivo, pues con las semillas transgénicas el cultivo mismo se defiende frente a algunos insectos, y si en los orgánicos se busca reducir el uso de los insecticidas, pues esta serí­a una forma de mantenerlo protegido. La ciencia ha demostrado que los cultivos transgénicos son una gran herramienta de producción, pues se pierden menos cosechas y esto permite que se aproveche mejor el espacio de tierra en el que se cultiva, de tal forma que se puede producir más en menos tierra, y por lo tanto la hace un tipo de agricultura más sostenible. La sociedad deberí­a escuchar más la ciencia y tener en cuenta la evidencia para reconocer los beneficios de los transgénicos. IA: ¿Cuál es el futuro de los transgénicos? Marí­a: Si bien hasta ahora los beneficios eran principalmente para los agricultores, existen nuevos desarrollos que benefician al consumidor como aceites con mayor contenido de omega 3 y más estables que no requieren hidrogenación y por lo tanto no encontraremos grasas trans en ellos; alimentos con mayor contenido de vitaminas, caña con mayor contenido de azúcar, etc. Y así­ como se sigue trabajando en el desarrollo de productos para defender los cultivos frente a plagas y enfermedades, mayor productividad y mejor uso de recursos como el nitrógeno. También cientí­ficos hacen grandes esfuerzos por desarrollar cultivos que enfrenten al cambio climático, una gran reto para la agricultura. No sabemos si vamos a tener temporadas largas de lluvias o sequí­as, y tendremos que hacer uso de las mejores tecnologí­as y prácticas para seguir produciendo alimentos de forma sostenible para una población que crece exponencialmente dí­a a dí­a. IA: ¿Qué tan rentable es para una compañí­a utilizar transgénicos? Marí­a: Primero, es tener la disponibilidad del producto, un producto que pueda ser accesible a la industria, que gracias a la biotecnologí­a pueda un agricultor tener una buena cosecha, accesible en cantidad y por ende a buen precio. Segundo, seguro y de calidad. Productos que han sido evaluados y estudiados previo a su comercialización para asegurar que son tan o más seguros que los productos convencionales y algo importante y de destacar por ejemplo en el caso del maí­z transgénico es que se ha demostrado que gracias a su caracterí­stica de resistencia a algunos insectos los niveles de micotoxinas (toxinas producidas por hongos) en este grano han bajado de forma sustancial con lo cual el agricultor puede ofrecer un producto de mejor calidad, y como consumidores podemos estar más tranquilos de lo que estamos consumiendo. Imagen: Revista Industrial del Campo

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