Carta de navegación para un escenario inflacionario
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Lograr eficiencias en las cadenas de producción y manufactura, además de diseñar estrategias de cobertura de precios, son algunas de las alternativas que están aplicando las compañías del continente para hacer frente a estos tiempos de volatilidad.
El mundo tiene un nuevo ‘enemigo’ común. El fantasma de una recesión ha encontrado su mejor habitad en una inflación galopante que, aunque no ha dejado indiferente a ninguna región, sí ha golpeado con contundencia a esta parte del globo. Así lo afirmó el Fondo Monetario Internacional (FMI), quien reconoció que la inflación en las economías emergentes ha sido mucho peor que en los países desarrollados.
Según este organismo, el aumento en los costos de la energía, además de una reducción de las cosechas a causa de las condiciones meteorológicas extremas, de sequías, lluvias torrenciales e inundaciones, pusieron a prueba el suministro de alimentos. Por supuesto, también hubo otros obstáculos, como la subida de los precios de los fertilizantes provocada por el aumento de los precios del petróleo y el gas.
Debido a la falta de fertilizantes, algunos países en vías de desarrollo han visto disminuir sus rendimientos, lo cual ya ha traído, y traerá, afectaciones a la oferta y la demanda, y como consecuencia, impactando negativamente los precios de los alimentos.
Así lo evidencia el más reciente informe Perspectivas alimentarias de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, publicado en junio del presente año.
Y aunque si bien la imagen mejoró un poco en los últimos meses después de que se llegó a un acuerdo para que Ucrania reanudara los envíos marítimos, mucho dependerá de los esfuerzos para mantener el corredor de exportación commodities más allá de mediados de noviembre.
Según el informe presentado por la FAO, después de una producción récord de cereales en 2021, para el cierre del presente año se espera una reducción de 16 millones de toneladas, donde los mayores descensos se verán en el maíz, trigo y arroz.
También se prevé que el consumo mundial de cereales descienda a 2.788 millones de toneladas en el periodo 2022-2023, un 0,1% menos que el nivel previsto en 2021/22. La contracción prevista, inédita en 20 años, estaría causada por los descensos previstos en el uso de trigo forrajero, cereales secundarios y arroz, así como por un descenso menor al previsto en el uso de cereales finos industriales, principalmente arroz y trigo.
El escenario de este último está rodeado de incertidumbre. Según la entidad, los precios mundiales de este commodity se situarán en niveles no registrados desde 2008, con una contracción de 0,8 % en la producción, alcanzando los 771 millones, la más baja en los últimos 4 años.
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Al respecto, se prevé una disminución de la cantidad de trigo utilizado para fines industriales y para piensos debido a los altos precios, lo que debería traducirse en un descenso del 0,4% en la utilización total de trigo en 2022-2023, hasta los 769 millones de toneladas, un escenario no visto en los últimos tres años.
En el frente de las proteínas, las proyecciones señalan que el comercio mundial de carne y productos cárnicos alcanzará los 42 millones de toneladas (equivalente de peso en canal), lo que supondría el crecimiento más lento de los últimos siete años, en gran parte, debido a la escasez de suministros de los principales países exportadores, lo que ha empujado el precio, alcanzando un máximo histórico en mayo del presente año.
Por su parte, la FAO pronostica un crecimiento del 1,0 % en la producción mundial de leche, gracias a la mejora de los rendimientos, contrarrestada por los desincentivos a la producción provocados por los menores márgenes de beneficios de los productores en algunos países. Como ha sucedido desde medianos de 2020, los precios internacionales de los productos lácteos han tendido al alza y se espera que esta tendencia se mantenga para el cierre del presente año.
Así ha reaccionado América Latina
En Colombia la inflación aún no encuentra techo; según reportó el Dane, en agosto, el Índice de Precios al Consumidor llegó a 10,84%, su nivel más alto desde abril de 1999, impulsado, principalmente, por los precios de los alimentos y de los servicios públicos.
Según declaraciones de Roberto Steiner, codirector del Banco de la República, la inflación en 2022 se explica por un cúmulo de factores, que incluyen fenómenos de oferta, que han disparado los precios de las de materias primas a nivel global.
Al respecto, la Cámara de Alimentos de la Andi, considera que es imposible anticipar una fecha en la que se ponga fin este fenómeno, sin embargo, espera que los precios internacionales de los commodities se terminen corrigiendo.
Y es que el nivel de dependencia del país ha puesto en alarma a transformadores y consumidores. Según cifras de Fenalce, en los últimos 10 años las importaciones de maíz aumentaron en Colombia un 67 %.
Las estadísticas revelan, que hasta el mes de julio se habían importado 5.600.000 de toneladas de maíz; 293.026 toneladas de soya; y 1.320.412 de toneladas de trigo.
Fotografía no muy diferente a la que se puede visualizar en la economía mexicana, donde la inflación alcanzó un máximo histórico en 21 años, llegando a 8.15 %, su nivel más alto desde el año 2000. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, los precios de los productos pecuarios tuvieron el ascenso interanual más pronunciado con un 15% respecto a junio de 2021, seguido de las frutas y verduras con un 14,3%, mientras que los precios de los alimentos agropecuarios crecieron a tasa interanual 15,02%.
Por su parte, de acuerdo con la Asociación Nacional de Proveedores Profesionales de la Industria del Pan (Anpropan) el costo de los principales insumos para la industria panificadora mexicana seguirá aumentado, también como consecuencia del ya extendido conflicto entre Rusia y Ucrania, ya que son dos de los más grandes países productores.
Pues además del trigo, la harina, los huevos y el gas también han aumentado de precio, lo que se ha traducido en alza en el pan de molde, entre junio de 2012 y junio de 2022, del 92,77 %.
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