Conozca a continuación las certificaciones, reconocimientos y autorizaciones relacionados con este uso.
El uso de materias primas derivadas de organismos genéticamente modificados (OGM), o transgénicos como comúnmente son conocidos, en la industria de alimentos es amplio y frecuente, si se tiene en cuenta que a nivel global un alto porcentaje de la soya, el maíz, la canola y la remolacha azucarera, fuente de muchos de los ingredientes empleados en la elaboración de alimentos, son genéticamente modificados.
En su sentido más amplio, un alimento puede ser derivado de un OGM porque está formado en gran parte por materiales derivados de un OGM (por ejemplo almidón de maíz GM), o bien porque en su fabricación se emplean microorganismos GM (levaduras, bacterias ácido-lácticas) o ingredientes que provienen de OGM, como aceites, lecitina de soya, ácidos orgánicos, enzimas, jarabe de alta fructosa (el que a su vez se obtiene por acción de enzimas derivadas de microorganismos GM).
En Colombia el uso de cultivos genéticamente modificados como materia prima para la producción de alimentos es permitido, previa evaluación del riesgo por el Ministerio de Salud, a través del Comité Técnico Nacional de Bioseguridad de OGM de uso en salud y alimentación humana (CTNSalud), y autorización del mismo para tal fin.
Por ejemplo, la autorización para el uso de una soya GM como materia prima para la producción de alimentos para consumo humano, se otorga a las empresas productoras de semillas que desarrollan esta tecnología, pero una empresa de alimentos que emplea dicha soya como ingrediente de uno de sus productos únicamente podría emplearla si previamente ha sido autorizada para el consumo humano. Lo que se autoriza es la fuente de la materia prima, es decir el cultivo genéticamente modificado.
No existe un único procedimiento de autorización de un OGM entre países, aunque los criterios de evaluación del riesgo sean los mismos.
Pese a que tanto el Protocolo de Cartagena (marco internacional de los OGM) como el Codex alimentarius invitan a los países a que se haga un reconocimiento entre países o Acuerdos bilaterales, regionales o multilaterales de la autorizaciones otorgadas, a la fecha no se da, y cada país determina qué cultivo GM se puede sembrar, y qué evaluaciones y requisitos para el consumo humano se deben seguir. Esto significa que no necesariamente lo que está aprobado en Colombia para el consumo humano está aprobado en otro país, y se reconozca la autorización que tiene en Colombia.
En relación a los MGM a partir de los cuales se obtienen aditivos, vitaminas, enzimas, etc, (bacterias, levaduras y hongos) pueden evaluarse en Colombia según las directrices del Codex alimentarius (CAC/GL 46-2003), y el producto final que se obtiene debe cumplir con las exigencias de las reglamentación específica de aditivos o alimentos que cada país tenga. El JECFA del Codex alimentarius entre otras cosas plantea que las enzimas no son genéticamente modificadas, sino que se pueden obtener a partir de microorganismos genéticamente modificados.
"La transgénesis es una técnica de laboratorio no un ingrediente"
La creciente preocupación desde algunos sectores respecto a la seguridad tanto ambiental como alimentaria de los OGM, pese a su demostrada seguridad e inocuidad, así como las exigencias y las campañas de grupos ambientalistas, llevó a que algunos países, como los integrantes de la Comunidad Europea o Japón, y hoy en día algunos latinoamericanos como Bolivia o Ecuador requieran por medio de legislaciones la detección y/o la identificación y cuantificación de OGM que podrían estar presentes en granos y alimentos que ingresen a sus mercados.
Se está ante una típica exigencia de cumplimiento difícil o imposible. Ello se debe a que no siempre se puede determinar exactamente cuáles alimentos son los que se pretenden identificar, ya que en muchos ingredientes derivados de semillas o granos (aceites, lecitina, almidón, jarabes de fructosa, etc.) y en alimentos elaborados (galletas, jugos, sopas, etc.) no siempre es posible detectar si se ha utilizado algún ingrediente derivado de OGM, puesto que el procesamiento ha removido o degradado las moléculas que pueden ser usadas para su detección.
Los orígenes de los cultivos transgénicos dentro de los ingredientes son a veces detectables, a veces no. Por ejemplo, el azúcar y el aceite vegetal de fuentes GM y no GM son químicamente idénticos porque no hay ADN detectable en ingredientes altamente procesados.
Alguno datos indican que para una empresa pequeña puede tomar hasta tres años para eliminar el uso de OGM de los ingredientes como la masa de la galleta, la lecitina de soya y el caramelo, y los nuevos productos promediaron 11% más arriba en precio.
Se han generado programas privados de certificación de ingredientes GM o No GM, así como sistemas de IP (Identidad de la preservación) con altos costos de implementación y dificultades de trazabilidad. La certificación de un producto como NON GMO o NO OGM en Colombia y el uso de estas declaraciones en etiquetas o empaques se permite si el fabricante demuestra y sustenta que la afirmación es veraz y no engañosa, a través de resultados de laboratorio avalados por el Laboratorio de Detección y Monitoreo de OGM del INVIMA. De tal modo que si declara que es NO OGM, la presencia es cero (0) ingredientes GM.
No existe un único procedimiento de autorización de un OGM entre países, aunque los criterios de evaluación del riesgo sean los mismos. Cada país ha determinado si permite o no el uso de OGM para siembra, consumo animal o consumo humano, y que exigencias de información al público se deben cumplir. Complejizando el mercado y aumentando los costos a lo largo de la cadena de producción.
Por: Adriana Castaño
Bióloga.M.Sc.
acastanoh@gmail.com