¿Debemos preocuparnos por el Cordyceps de «The Last Of Us»?

La serie basada en el popular videojuego plantea una infección de este tipo de hongo en seres humanos, convirtiéndolos en monstruos. Si bien este es un escenario improbable, pues este hongo es comestible y seguro, sí existen peligros para la alimentación humana a partir de hongos que se transmiten por los alimentos.

¿Qué pasaría sí un hongo convirtiera a la humanidad en monstruos? En el universo de The Last of Us, una famosa franquicia de videojuegos, y más recientemente una serie de televisión, aborda la hipotética mutación del hongo Cordyceps a causa del cambio climático, lo que le permite infectar a los seres humanos y transformarlos en criaturas caníbales. 

De hecho, existen más de 400 especies de este tipo de hongo y, si bien existe una de estas que sí infecta huéspedes (aunque no humanos) dos variantes del hongo Cordyceps son consumidos en algunas partes del mundo, usados en cocina y medicina. 

No obstante, es un hongo difícil de encontrar en la naturaleza. Por tal razón, un kilo de Cordyceps puede costar entre 20 y 40 mil dólares. En consecuencia, existen iniciativas para examinar la viabilidad de cultivar este tipo de hongo, como la de la Universidad Nacional de Chungbuk en Corea del Sur, pero aún queda un largo camino antes de la producción en masa. 

Cordyceps: ¿letal o terapéutico?

Lo primero que se debe saber sobre el famoso hongo es que la especie Cordyceps unilateralis es la que inspira a los videojuegos y serie televisiva. Esta es capaz de infectar cabezas de hormiga y hacerlas comportarse como zombis, obligándolas a servir de medio para la distribución de esporas del hongo. ¿Debe la humanidad preocuparse por esta especie en particular? No. Lo de infectar humanos hace parte de la ficción. No obstante, sí existen dos especies que se utilizan en alimentación e incluso medicina tradicional: Cordyceps sinensis y Cordyceps militaris. 

En Asia mayoritariamente, estos hongos son utilizados para preparaciones como sopas e infusiones; no obstante, no hay agencias sanitarias como la FDA o la EMA que avalen sus bondades terapéuticas, que van desde afrodisiaco, anti envejecimiento, protección al corazón hasta un efecto anti tumores. Parte de la cautela con la que debe consumir este hongo es que este suele crecer en gusanos y puede producir dolores de cabeza, náusea y resequedad en la boca. Otra forma popular en el que se ingiere este hongo es a través de suplementos, que son tratados de la misma forma que los alimentos, por lo que carecen de aprobación por parte de agencias sanitarias. 

En suma, se necesita cautela a la hora de consumir el Cordyceps, no porque se vaya a sufrir algún tipo de infección zombi, sino porque sus efectos, sobre todo en poblaciones vulnerables como mujeres embarazadas y lactantes, niños y personas de la tercera edad pueden causar complicaciones. Sin pruebas más concluyentes, es mejor prevenir. 

Fuentes de contaminación en alimentos

Si bien el Cordyceps unilateralis no representa un peligro real para los seres humanos, existen otros hongos y bacterias que sí pueden poner en riesgo la vida humana. Una de las más comunes son las aflatoxinas, que están presentes en algunos mohos en cereales y frutos secos y son capaces de causar daño hepático.

Otros hongos comunes que se transmiten por alimentos como carnes, lácteos, frutas y cereales son: 

• Alternaria: causa infecciones cutáneas y subcutáneas y, en algunos casos, encefalitis. 
• Aspergillus: causa micosis y enfermedades pulmonares. 
• Botrytis: en individuos predispuestos, este hongo es capaz de causar neumonitis por hipersensibilidad, una respuesta inmunitaria a la inhalación de este hongo.
• Cladosporium: causa infecciones cutáneas y subcutáneas. En algunos casos, puede causar reacciones inmunes pulmonares y alergias.
• Fusarium: puede causar infecciones en la córnea del ojo.
• Geotrichum: causa infecciones cutáneas y subcutáneas y, en algunos casos, infecciones en intestinos y pulmones.
• Mortierella: puede causar neumonía e infecciones micóticas,
• Penicillium: causa infecciones respiratorias y locales, además de intoxicaciones alimentarias.